La Celda de la Realidad

La realidad

Paralelo a un trabajo personal, nos vamos dando cuenta de que el camino y los resultados son muy distintos a lo que hubiésemos imaginado. ¿Cómo podría no ser así si en el proceso nuestra misma realidad cambia?

El camino parecerá a veces inesperado, increíble, e incluso un poco torcido.

Mi intención con esto no es asustar, sino más bien ayudar a reconocer que sentirse confundido, perdido, agobiado, apenado, y todo lo anterior al mismo tiempo, está bien. Esto es normal, es solo temporal y es parte del proceso.

Tal vez sería más eficiente si tuviéramos en cuenta que esto ocurre así y que nuestra realidad irá mutando. Te adelanto entonces, que si de lleno te dedicas a un trabajo sobre ti, que se irán creando nuevas realidades en el camino, aunque sean temporales, que puedan sostener las nuevas comprensiones y los nuevos paradigmas que irás experimentando.

Qué es Real

Lo primero es darse cuenta de que aquello que llamamos realidad está en nuestra cabeza.

Es nuestra propia celda personal, una síntesis subjetiva de ideas, creencias, reglas societales y parentales, actitudes aprendidas por mímica automáticamente, patrones de pensamiento, disonancias cognitivas, etc.

Vivimos en nuestra propia compleja, terrorífica y a la vez cómoda “Matrix” (como la película). Considera esto seriamente por algunos momentos. ¿En qué medida estás o no de acuerdo con esta posibilidad?

En la medida que se crece, los antiguos paradigmas empiezan a ser menos relevantes, y, en consecuencia, empiezan a surgir nuevos. Empezamos a aceptar un esquema de la realidad que se ajusta más a lo que nos ocurre, y que además nos permite, basándonos en estas nuevas reglas, movernos hacia nuevas formas de Ser.

Para lo anterior debemos permitirnos nuevas formas, invitarlas a participar de nuestras vidas, permitirles mostrarnos con cariño quienes somos en esta nueva realidad (o quienes somos en realidad).

Por ejemplo, puedo darme cuenta de que vivo con miedo de equivocarme en mi rol como padre, y asociar este miedo a que idealizo cierta manera de serlo (digamos porque era la idea que tenía de pequeño de cómo sería un padre perfecto). Con esta nueva perspectiva podría de manera crítica (es decir sin asumir) re-definir qué significa para mí ser un buen padre, con mis virtudes y mis falencias, y luego encontrarme en esta nueva forma, aceptándome en una nueva manera de jugar este rol. Mi realidad ha, de un instante a otro, cambiado.

Te invito a que realices esta misma reflexión con algún rol que te toca cumplir en tu propia vida en la actualidad. ¿Qué define la forma en que actúas? ¿Qué define tu propio juicio de correcto o incorrecto, bueno o malo?

Deconstruyendo la Realidad

Para avanzar en nuestro crecimiento deberemos necesariamente poner en tela de juicio nuestros propios juicios, aquello que llamamos realidad. Y más vale hacerlo a sabiendas que hacer como que nadie nos lo hubiera dicho cuando nos proponemos avanzar hacia el propósito de crecer.

Esta deconstrucción de realidad se realiza por capas y por zonas, lo que es un recordatorio para volver, cada cierto tiempo o en la medida que las circunstancias lo requieran, a evaluar nuestro paradigma actual.

El tránsito de la deconstrucción consiste en cuatro pasos:

  1. Darnos cuenta de que estamos atrapados en un conjunto de ideas e idealizaciones.
  2. Considerar hipótesis alternativas de realidad.
  3. Permitirnos Ser en esta realidad alternativa.
  4. Repetir.

Mi propuesta es que nos planteemos este proceso sin dramatizarlo, de despojarlo del sufrimiento innecesario, y que nos podamos convertir en expertos deconstructores para acelerar nuestro crecimiento. A que asumamos desde ya nuestra “realidad” como personal y subjetiva, como transitoria, mutable y trascendible.

¿Con qué propósito? Con el propósito de comenzar a aceptar la fluidez de la vida, de llegar a observar nuestras propias experiencias de manera más objetiva. Solo de esta forma podremos acercarnos a una Verdad distinta, mayor, y que nos alude, porque no está sujeta a ideas fijas; solo Es.